Este punto virtual de acupuntura
se encuentra situado entre los dos riñones y es el único que no podemos pinchar
de ninguna forma debido a su localización. Es el cuarto punto del meridiano
maravilloso Vaso Gobernador. Este canal asciende por la parte posterior del
cuerpo a lo largo de la columna vertebral, siguiendo su recorrido hasta la cima
del cráneo. Después pasa por el centro de la cara hasta alcanzar la boca. Este
meridiano organiza la estructura Yang de las funciones del ser humano.
Si tuviéramos que alcanzarlo con
una aguja de acupuntura pinchando desde la parte delantera del cuerpo,
perforaríamos los órganos, y desde atrás, tendríamos que atravesar la columna
vertebral. Esta situación impide cualquier aproximación física y material.
De
hecho sólo podemos actuar sobre él a través de la intención. Esto lo sabe
llevar a cabo un buen practicante de Qigong, que puede utilizar su voluntad
(Yi) para estimular Ming Men. Ming Men se traduce muy a menudo como la puerta
del destino, y aún tendríamos que ponernos de acuerdo acerca del sentido que le
damos a “puerta” y al “destino”.
Ming Men es el punto clave que
nos une a fuerzas ancestrales y celestes. Es el primer centro terrestre de
nuestra vida, presente ya en el origen del desarrollo del feto. A lo largo de
nuestra vida, a través de esa puerta y más o menos lentamente, se destila en
nuestro cuerpo el Yuan Qi. El Yuan Qi es la energía hereditaria que permite
mantener la vida y que se mezcla con otras energías o Qi procedentes de la
alimentación y el aire.
Por lo tanto, para los chinos el destino tiene un
componente espiritual ligado a nuestro mandato celeste, y también un componente
terrestre que es la energía heredada, concepto que coincide con el punto de
vista de los científicos occidentales. Desde hace ya algunos años en occidente
se dice que el ADN celular es el soporte terrestre de nuestra herencia.
Las
últimas investigaciones científicas prosiguen, nuestro saber se abre ahora
bastante más allá de la doble hélice de ADN hacia un mundo de conocimiento en
el que el ADN mitocondrial parece sostener también una parte de nuestra
herencia.
En relación a la herencia, desde
el punto de vista práctico, durante los siglos pasados los occidentales se
vieron obligados a contentarse con el hecho de constatar que la herencia
existe, sin tener otra posibilidad que someterse, admitirla y experimentarla.
En cuanto al destino, pensaban que era cosa de Dios. La ciencia, a pesar de
todos sus esfuerzos, no tiene un gran control sobre el aspecto material de las
taras hereditarias.
Ming Men plantea también la
cuestión del talento, del por qué hemos nacido y para qué estamos dotados o
predestinados. Aquél que encuentra su talento, su camino, colma su destino.
Ming Men plantea la cuestión del éxito personal. Todos nosotros elegimos y en
el fondo no sabemos cómo. ¿Es a través de la reflexión, como se proclama hoy
día en occidente? ¿Es por el sesgo de las emociones como se pensaba en la
Grecia antigua? ¿Es por el vientre en asociación con Qi Hai y Ming Men, o por
el Hara o vientre como pensaban los japoneses tradicionalistas? La visión
japonesa que sitúa el vientre como centro del ser ha sido corroborada por numerosos
investigadores científicos occidentales que han sido ignorados. Su opinión no
ha encontrado ningún eco público y tampoco se les ha sostenido financieramente
en sus investigaciones. Si Ming es el destino, a la vez escrito y por escribir,
Men es la puerta. Una puerta se atraviesa en los dos sentidos. Hacia nuestra
vida se vierte cotidianamente el Qi hereditario, pero con nuestra voluntad y
concentración podemos atravesar esa puerta.
En la práctica de las artes
marciales la movilidad relacionada con la zona de los riñones, de las cinco
vértebras lumbares, permite los cambios de dirección. La zona lumbar o koshi se
siente como un conjunto unido que permite orientarse y cambiar de dirección. El
koshi permite aplicar las decisiones instintivas que tomamos desde el hara. Más
allá de la técnica, el aspecto instintivo, importante en todas las prácticas
marciales, abre las puertas del Arte y de la dimensión del conocimiento
espiritual.
Cuando dos oponentes se enfrentan y sus niveles de conocimiento
instintivo y espiritual son muy diferentes, uno de ellos comienza a interactuar
como si conociese los pensamientos y las intenciones del otro, ataca y se
detiene anticipándose a los pensamientos del adversario. He utilizado los
términos “pensamientos” e “intención”, pero son un poco inadecuados pues en
estas circunstancias las cosas suceden tan deprisa que nada pasa en el nivel
consciente. La conciencia constata lo ocurrido después del golpe.
Todo esto no se llega a producir
cuando los practicantes son principiantes y no han dejado su conciencia
ordinaria en el vestuario, o cuando su nivel o talento son parecidos. El
combate parece entonces más confuso.
La libertad energética y la
relación entre los puntos Ming Men y Qi Hai abre el campo de la práctica. El
eje que une estos puntos, atraviesa el vientre por debajo del ombligo hasta
llegar a los riñones, relaciona a la vez la sensibilidad y la acción, el pasado
y el presente.