Podemos
ligarlo a nuestra posición de la cabeza desde el punto de
vista físico y también durante la práctica de las artes marciales, artes de
salud y otras numerosas disciplinas procedentes de la cultura asiática. Este
punto manifiesta nuestra energía en lo más simple de nuestra vida cotidiana y
también se percibe indirectamente en las artes corporales y otras técnicas
occidentales. Normalmente, en Japón se mide el vigor de un hombre por la manera
en que endereza la cabeza, al igual que sucede en las artes marciales
japonesas.
Bahui
es el punto N.º 20 del meridiano extraordinario Vaso Gobernador o Du Mai, canal
yang cuyo trayecto discurre por la línea media de la cara posterior de nuestro
tronco, a lo largo de la columna vertebral. Este punto es el más elevado de
nuestro cuerpo, se sitúa en la cima de la cabeza, en el extremo posterior de la
abertura craneal de nutrición o fontanela. Podemos considerar que, a través de
esta zona, podemos contactar con el Cielo física y espiritualmente. Este punto
se halla conectado de múltiples maneras con la parte yang de la pareja
indisociable yin/yang que constituye nuestro ser. Esto justifica su nombre
chino, que podemos traducir literalmente por «100 reuniones».
Existe
una tradición internacional que consiste en calibrar la vitalidad de un neonato
según sea la forma en la que sostiene su cabeza. Si no puede enderezarla se le
pronostica un estado enfermizo, una anormalidad en la salud, una enfermedad
genética. Asimismo, en todos los ejércitos del mundo se exige a los soldados
que practiquen el posicionamiento de la cabeza y el cuerpo, este porte
simboliza claramente fuerza, vigor y rectitud social (no imaginamos a los
piratas haciendo lo mismo).
El
punto baihui sirve también en África como soporte para quienes, desde
su más tierna infancia, transportan sobre su cabeza tinajas llenas de agua u
otros objetos. Esto construye bellas personas en las que se reconoce
espontáneamente la plenitud del porte. Ocurre lo mismo en la danza clásica. Una
parte de la belleza de los bailarines clásicos europeos reside en la presencia
que transmite la posición perfectamente erguida de la cabeza, que proporciona
una sensación de grandeza y ligereza al mismo tiempo.
Desde el punto de vista espiritual, las cualidades que se atribuyen al baihui varían según las tradiciones y religiones. César dijo de los guerreros galos que lo único que parecía asustarles era que el cielo cayese sobre sus cabezas. De lo cual podemos deducir que sólo temían que un desacuerdo con los dioses de su panteón espiritual pudiese atraer las iras vengativas del cielo. En la yurta, tienda de campaña utilizada por los nómadas de Mongolia, la abertura superior que permite la salida del humo está hecha, tradicionalmente, a imagen de la fontanela, y es la puerta de la armonía entre la familia nómada y el Cielo.
Desde el punto de vista espiritual, las cualidades que se atribuyen al baihui varían según las tradiciones y religiones. César dijo de los guerreros galos que lo único que parecía asustarles era que el cielo cayese sobre sus cabezas. De lo cual podemos deducir que sólo temían que un desacuerdo con los dioses de su panteón espiritual pudiese atraer las iras vengativas del cielo. En la yurta, tienda de campaña utilizada por los nómadas de Mongolia, la abertura superior que permite la salida del humo está hecha, tradicionalmente, a imagen de la fontanela, y es la puerta de la armonía entre la familia nómada y el Cielo.
Para
los chamanes chinos una parte de las cartas de nuestro destino (con las que
jugamos aunque el destino no esté escrito) habita en una residencia celeste, un
cielo más allá del cielo, con el que permanecemos en comunicación después en la
tierra. Ciertas prácticas de qigong recomiendan una concentración sobre este
punto con la intención de abrirlo al cielo, realizando una relajación que
permita dejar actuar a la energía yang cósmica que nos atraviesa desde arriba
hasta abajo.
En
la práctica del Taijiquan ciertos profesores como Yang Cheng Fu recomiendan al
practicante mantenerse como suspendido del cielo por un hilo desde el punto baihui.
Otros profesores más modernos, como Zheng Manqing, sin duda porque el
entrenamiento se desarrolla más a menudo en locales cerrados que al aire libre,
aconsejan buscar la sensación de presionar el techo con este punto. En todos
los casos esto mejora el porte y hace trabajar las diferentes conexiones del
cuerpo y la columna vertebral con la cima de la cabeza.
En
los distintos métodos de masaje asiático del cráneo, se dedica generalmente a baihui más
atención que a cualquier otro punto. La relación entre el masaje y la
acupuntura es, por supuesto, evidente en Asia. Las agujas y las moxas (puros de
artemisa que se utilizan para calentar los puntos) se usan también para
estimular el baihui. La etnomedicina china incluye además una consciencia
espiritual. Según su tendencia las diferentes escuelas permiten pinchar más,
menos, o nada en absoluto, este punto. En efecto, una intrusión capaz de
modificar el destino de un paciente no resulta nada deseable para algunas
personas, por ejemplo, en la medicina tibetana. Otros tocan este punto sólo en
ocasiones excepcionales y utilizando, exclusivamente, agujas de oro. En la
osteopatía occidental no se centran tanto en elbaihui como punto, puesto
que en esta disciplina el cráneo se conecta con la totalidad de la persona,
concordando así con el nombre elegido por los antiguos chinos: «100 reuniones».
Las personas deprimidas raramente poseen un porte bonito
de la cabeza. En la vida cotidiana, una postura natural con este punto extendido sin esfuerzo hacia el cielo revela armonía.
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