Aikidokas y Budokas en general estudiamos una disciplina que
involucra el cuerpo y la mente y cuya eficiencia solo se puede lograr mediante
la estrecha asociación de las dos...
Muchos que se inician en este camino lo hacen por motivaciones
“marciales”, convencidos de que la enseñanza de las artes marciales corresponde
a una cierta "realidad" y, por lo tanto, debe respetar un cierto
realismo. En esta visión existe una idealización, por no hablar de desinformación
o incluso de mistificación de la cual todos somos víctimas.
Esta brecha alimenta
actitudes de oposición y resistencia en el entrenamiento que pueden conducir a
una profunda desilusión cuando comprendemos que respetamos un código tácito en
la práctica del Aikido.
Este código es un contrato entre Tori y Uke.
El ataque de Uke se define de antemano, así como la
respuesta técnica de Tori, que a su vez condiciona el comportamiento de Uke que
es quien se somete a la técnica. Este contrato moral permite a Uke y Tori
trabajar juntos de manera segura. La forma predeterminada en que Uke debe reaccionar
a la técnica de Tori es permitirle recibirla protegiendo su integridad física,
lo cual se equipara muchas veces con la bondad y complacencia... llegando a la
conclusión de que "El Aikido no funciona”.
Este concepto de código frustra a muchos practicantes
interesados en el realismo marcial, incluso a los que llevan años entrenando
enfocados e ilusionados con la eficiencia, para darse cuenta finalmente de que
la práctica se basa en un código que no existe fuera del tatami.
Esto no quiere decir que el Aikido no funcione, solo
significa que la aplicación de la técnica va a diferir de la misma, vista desde
un punto educativo y que Aikido, al igual que todas las disciplinas marciales
se manejan bajo códigos…
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