viernes, 6 de septiembre de 2013

Aikido y Za-Zen (respiración, relajación y concentración)


Esta posición es ideal para el trabajo del mundo interior, la concentración, la relajación y la observación de las partes anatómicas y sus funciones. Nos permite un mejor conocimiento de nosotros mismos y sentir mayor bienestar físico y psíquico.


Los músculos de la cara están relajados; los labios distendidos y entreabiertos. Los ojos  deben mantenerse entornados, de manera que la mirada se sitúe en la frontera entre el mundo interior y el exterior, para percibir lo que ocurre en nuestro entorno sin que nos perturbe.   
La región abdominal inferior debe estar tensa, de manera que con la solidez de las caderas se mantenga erguido el tronco. Las piernas con alguna separación, y el dedo pulgar de pie izquierdo estará sobre el mismo dedo del pie derecho. Los hombros y la región cervical, relajados; los brazos, cayendo a lo largo del cuerpo de forma natural, descansando la mano izquierda sobre la derecha.



El ritmo respiratorio, cadencioso; la exhalación, lenta y muy prolongada, con el diafragma empujando hacia arriba. Debemos conseguir la salida máxima de aire impuro de forma gradual, efectuando un último gesto de garganta con el fin de empujar los restos de aire que quedan en esa zona.
La inhalación es breve y suave. Esta porción de aire tomada realiza el siguiente circuito: baja en vertical, imaginando que recorre la médula espinal, pasa al bajo vientre y se detiene en el ombligo; los músculos abdominales se comprimen, alcanzando los extremos de ambos costados; finalmente, se expulsa el aire hacia arriba, que debe golpear el paladar y salir libremente al exterior.
Concentrados en el ritmo respiratorio, es como si nos encontráramos en un sueño sin perder la conciencia. Una vez conseguida cierta práctica, resulta verdaderamente eficaz; en poco tiempo se restablece la energía y desaparecen el estado de abatimiento y el cansancio.     






Tomás Sánchez - 6ºDan

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